autistas y mutantes

genealogía de un fantasma: la brújula solar en su principio autista -hasta coincidir con el mutante. umbral de los nuevos estados.

sábado, febrero 25, 2006

1. proas —la flecha

"Ahora son dos, pero antes fueron seis y, en un principio, ni siquiera fue uno solo. Un momento adelante, el caballero autista que llegaría a llamarse La Flecha del Poniente, señor de la velocidad, alcanzó a sumar 26 presencias girando en torno a su asombrada figura. “Yo soy El Viejo”, decía uno y, otro, al mismo tiempo: “Yo soy El Más Nuevo”; enseguida, un tercero: “Yo soy Antiguo”. Así, el enjambre de voces y presencias no cesaba; los rostros cambian, y los cuerpos: los nombres primeros y los que apenas se dejaban escuchar, pasaban de un ser a otro, las voces, y a veces quedaban sin lugar y eran la hiperrealidad.
En medio de su estupefacción, nuestro próximo guerrero alcanzó a divisar que, a pesar del número variable de cuantos personajes confundían sus sentidos, sólo uno de éstos proyectaba sombra —y era la sombra de un cuerpo femenino. Mas había uno de veras oscuro al fondo de todo, cerca de los últimos árboles del bosque que, báculo en mano, miraba la tempestad de seres cernirse sobre el asombro del entonces aprendiz “Flecha”.
Peltre, como se hacía llamar el hombre del fondo, se levanto de prontó bajo la sombra del árbol y dejó caer en tierra firme el toque de su mágica herramienta, que estaba hecha de su nombre, y dijo: “Corza, basta”. Todos los personajes que sitiaban al héroe incierto se reunieron de golpe en la materia del único con sombra. Éste ser tomó la forma que después se supo era la suya de verdadero: una mujer joven y hermosa, tal lo son tanto las princesas robadas de otros reinos; en cuanto se reintegró como ella misma, en la mano izquierda de Peltre apareció al instante una colmena de miel. Se le oyó exclamar a ella, con lúdica sorpresa: “Poeta de Peltre, ¡pero sí es un autista, uno de los…”. Pero Peltre desconfió, “no estés tan segura” —y después se sabría por qué; pero, mientras eso se descubría, repitió, duro: “basta”, y Corza entendió que no debía decirlo en presencia del nuevo, que sería catastrófico que lo supiera desde ahora.
Simultáneamente, nuestro potencial autista tenía la certeza —equivocada— de que aún no abría los ojos."[1]



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[1] Fragmento de “El libro de La Flor Obscena del Poema, presenciador de reyes”.

1 Comments:

  • At 2:29 a.m., Anonymous Anónimo said…

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